¿Un feliz 2021 para la economía y el empleo?
Toda crisis suele provocar un exceso de pesimismo inicial que oscila progresivamente hacia un optimismo que puede anticipar etapas de euforia.
La incertidumbre provocada por una situación inesperada lo invade todo en un inicio, pero, tanto a título individual como de inteligencia colectiva, el tiempo nos empuja a valorar alternativas poniendo el acento en las soluciones. En definitiva, necesitamos fabricar la luz al final del túnel.
Hace apenas dos meses, la llegada de la segunda ola de contagios a nivel mundial parecía impedir esta tendencia natural a crear nuevos escenarios alentadores. Pero cuando el laberinto parecía no tener salida, las recientes noticias que se suceden sobre la disponibilidad y efectividad de las nuevas vacunas, han cambiado el horizonte.
Preparados, listos…¡a planificar!
Las empresas ya solo piensan en el 2021 y muchas ya han empezado a concretar su estrategia en un escenario postcovid. Las expectativas no son homogéneas. La industria, en especial las empresas exportadoras, serán los primeras en la línea de salida. De hecho, el sector manufacturero prevé fuertes inversiones en un entorno de clara mejora del clima de confianza, como así recogen las encuestas del último boletín de coyuntura e inversiones del Ministerio de industria. Por el contrario, la construcción, los servicios y el comercio tardarán más en sumarse a la recuperación.
Pendientes del consumo, el turismo y los planes de reactivación
Una de las claves será el consumo. Las previsiones de cierre de año nos obligan a ser cautos. Este último trimestre cerrará con una severa caída de la actividad y el empleo, obligando a reevaluar las expectativas a muy corto plazo. Así, aunque el empleo pueda iniciar progresivamente su recuperación en el transcurso del próximo año, mientras las tasas de paro se sitúen por encima del 15%, las familias seguirán manteniendo altas tasas de ahorro por precaución y pospondrán las compras en bienes e inversiones que supongan un importante desembolso, condicionando así la vuelta de la demanda interna a los niveles previos a la crisis.
La apertura del turismo también supondrá un factor crítico. Si se adelanta la vacunación tanto en España como en los países de nuestro entorno, cabría anticipar cierta vuelta a la normalidad en verano, lo que supondría un gran impulso del crecimiento económico con un efecto arrastre en el castigado sector de la restauración.
Con la vista puesta en el medio plazo, sin duda la atención se centra en el aprovechamiento de las oportunidades derivadas de la gestión de los fondos europeos. En esta crisis hemos visto como el sector industrial resulta fundamental para la resiliencia del conjunto de la economía Y España tiene que lograr incrementar el peso de las manufacturas y la producción de alto valor añadido en el PIB. En este sentido, los planes de reactivación apoyados en los fondos europeos serán un termómetro de la capacidad de asumir este reto. La ejecución de estos proyectos debe ser rápida y actuar como una media anticíclica. Con respecto a la forma de encauzar este tipo de financiación en el pasado, será necesarios nuevos modelos de colaboración público-privada y reformas estructurales para estar a la altura del desafío que empieza ya en 2021.
Nuevas demandas de talento
La salida de la crisis también exigirá cambios en la capacitación y la generación de nuevos perfiles profesionales. La digitalización y las inversiones orientadas a una “economía verde” generarán nuevos modelos económicos y profesiones que hoy ni siquiera existen. Afectará a todos los sectores, desde la sanidad a la movilidad, pasando por las Administraciones públicas.
Para ello, el correcto diseño de las políticas de formación a todos los niveles será el punto clave para propiciar el salto de competitividad que se espera de nuestra economía. Asimismo, la reorientación profesional de muchos perfiles profesionales, así como la correcta adecuación de plantillas, tendrán una posición destacada en la agenda de las empresas en la próxima fase de recuperación.
Entramos en una fase de transición hacia un nuevo modelo. Una gran oportunidad que depende de todos nosotros.
En definitiva, la incertidumbre y los riesgos persisten, pero hemos eliminado el mayor de todos: la imposibilidad de planificar.