¿Seremos más orientales tras esta crisis?
Algunos países asiáticos como Corea del Sur o Japón parecen estar sorteando con éxito la expansión inicial del coronavirus y todo parece indicar que ciertos factores sociológicos han jugado un papel clave.
Los japoneses suelen mantener una distancia social, no se prodigan en besos y abrazos. Ya solían llevar mascarillas cuando padecían una simple gripe y al oír las primeras noticias de la pandemia optaron por acentuar su precaución y las normas de higiene, sin que el Estado conminase a ello.
Aunque alguno de estos países como Japón aún mantienen la alerta sobre una posible aceleración del número de casos, ¿se copiarán algunos hábitos de su modelo de éxito?
CAMBIOS EN LOS PROTOCOLOS DE SEGURIDAD
La pregunta también se extiende al ámbito de los recursos humanos. ¿Cambiarán las culturas laborales en las empresas tras la crisis para parecernos más a los orientales?
Sin duda se mejorarán determinados protocolos de actuación en las empresas ante crisis sanitarias como las actuales, dada la experiencia, pero también es probable que se extienda el uso de medios de protección, como geles desinfectantes, para aquellas personas que tocan elementos de uso masivo, como el dinero. Pero, sin duda, los cambios en los hábitos también se extenderán a los hábitos de teletrabajo y a los modelos de decisión.
NUEVOS HÁBITOS DE TELETRABAJO
En el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), España se situaba en 2019 por debajo de la media de la UE en el uso de herramientas de teletrabajo, lejos de las elevadas ratios que alcanzaban los países nórdicos en los primeros puestos del ranking europeo, y también a gran distancia de otros países avanzados como EE.UU. o Japón.
Por supuesto que factores climáticos o el tipo de sectores dominantes en la economía, condicionan la implantación del teletrabajo, pero, aún así, el nivel de penetración en España es comparativamente bajo.
En cualquier caso, también conviene recordar que, hace apenas unos años, lo que parecía una ola imparable de implantación del trabajo a distancia a todos los niveles, se ralentizó a partir del año 2015.
Muchas empresas conocidas como punta de lanza de la nueva economía empezaron a observar también las contraindicaciones de esta receta, entre ellas la dificultad de comprensión del negocio por parte de aquellos que se iniciaban a distancia en la empresa, así como la pérdida de efectividad de algunos equipos de trabajo. Uno de los casos más paradigmáticos fue el de Yahoo!, que devolvió a todos los trabajadores a la oficina tras haber promovido previamente la movilidad en su versión más extrema.
De todos modos, es cierto que esta crisis ha forzado la implantación del teletrabajo en numerosas empresas y muchas de ellas descubrirán funciones y métodos que tienen más productividad y ahorro de costes bajo esta fórmula, con beneficios tanto para la empresa como para el trabajador, entre ellos, una mayor productividad, el desarrollo de nuevas políticas de conciliación o la mejora de la eficiencia de acceso a la formación.
ESTRUCTURAS MÁS ÁGILES Y FLEXIBLES
En paralelo al posible auge de modalidades de teletrabajo y movilidad física, es probable que a raíz de esta crisis también se profundice en una mayor flexibilidad de la organización de la empresa a todos los niveles.
Tras una crisis, que llega a España cuando apenas afloraba el optimismo de dejar atrás la anterior, muchos proyectos buscarán estructuras todavía más adaptables a escenarios cambiantes. Una de las prioridades será ganar en agilidad y sortear diferentes ciclos del negocio con mejor capacidad de respuesta.
Las empresas tenderán así hacia modelos de decisión más horizontales y concentrarán su esfuerzo en aquellas áreas internas que marcan su estrategia de diferenciación, lo que supondrá, en paralelo, el desarrollo de modelos inteligentes de outsourcing y subcontratación en entornos cada vez más complejos.
Quién sabe si la crisis nos hace más orientales, a lo mejor no tanto en los modos personales como en los tecnológicos y organizativos.