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Cambios tras la crisis, la economía del dios Shiva

Cambios tras la crisis

Lección aprendida con la crisis ¿y después qué?

Los dioses del hinduismo siempre aparecen sentados con muchos brazos, cada uno sosteniendo una representación de su poder y cualidades divinas. En esa posición de dios Shiva nos ha situado la crisis actual. Desde el confinamiento y sentados en el salón de casa, podemos teletrabajar, contratar pedidos, ver nuestras series preferidas, hablar y ver a nuestros familiares, consultar la información, ver cómo nuestro hijo pequeño se conecta a una clase virtual o buscar múltiples consejos de ayuda personal para organizar nuestra nueva vida “ultraconectada”. Los brazos nos unen a la realidad. Una realidad virtual en la que sin embargo queremos estar más presentes que nunca.

La alerta sanitaria nos ha sumergido en un ensayo extremo de la economía futurista que nos avanzaba la digitalización. El mundo como un gran modelo de logística abstracta. Estamos viendo calles desiertas, con los pocos transeúntes a paso rápido. Una distopía que parece el principio de la economía de los grandes monopolios de la información y la distribución. Todo parece indicar que la economía digital tendrá un horizonte de gran crecimiento a partir de un cambio sociológico de gran alcance motivado por esta crisis.

Pero esta realidad forzada también pone de relieve el espejismo. Salimos al balcón a compartir un aplauso y hacemos sonar un éxito “analógico” del Dúo Dinámico sobre el pasado de una historia que nos une. Cuando la distopía aparece delante de nosotros, valoramos más que nunca el trabajo de las personas que se ocupan de servicios esenciales con rostro humano. Personal sanitario, trabajadores sociales, equipos de limpieza, repartidores, reponedores y cajeras/os de supermercados, emergen como héroes que improvisan soluciones en ámbitos laborales que hasta antes de ayer parecían que simplemente estaban a la espera de que la industria 4.0 los inundase de robots.

Esta crisis ha traído un banco de pruebas excepcional para la aplicación masiva de nuevas fórmulas de inteligencia artificial -quien nos iba a decir que íbamos a estar rastreados por el móvil para controlar los desplazamientos -. El Internet de las cosas ya lo vemos con naturalidad y los nuevos modelos de logística se están viendo sometidos a una prueba de resistencia extraordinaria. Pero al mismo tiempo se ha aprendido a valorar el servicio de proximidad y la producción local como un valor económico fundamental. Los servicios esenciales con rostro humano han ganado en prioridad. Conjugar ambas realidades será uno de los retos del futuro.

Cuando todo esto acabe el dios Shiva que todos emulamos se levantará y utilizará sus múltiples brazos para abrazar a la gente, disfrutar de espacios compartidos, probarse ropa, ir a la tienda del barrio, tocar los libros de la librería y pedir que le atienda una persona física.

Las crisis traen cambios, muchos que no se esperaban.

Mucho ánimo a todos